emigración,... "el océano de frontera"

Vicente Noble (un poblado con el corazón partido)

Es verano y el sol aprieta en Vicente Noble. La bachata y el merengue suena desde algunos de los bares ubicados en el parque del pueblo. Un grupo de ancianos juega una partida de domino a las puertas de un colmado. Jóvenes muchachos de Vicente Noble se divierten jugando al béisbol en medio de la calle. Unas abuelas conversan en la galería de su casa sentadas en mecedoras. Las mulas llegan al pueblo procedentes de los conucos cargadas de plátanos. Se va la luz y el agua. Son escenas cotidianas en Vicente Noble, Barahona.

- A sus 70 años se percibe como afortunada, más que de niña, cuando la estrechez material marcó su hogar. Aquilina de la Paz Reyes parió cinco hijos en República Dominicana, y todos emigraron a España. Ahora no le falta nada, dice a IPS. Cada mes recibe dinero para cubrir todos sus gastos. "Yo trabajaba en el campo cargando tomates para criar a mis hijos", recuerda. "Ahora ellos me mantienen, son la alcancía en la que deposité por muchos años". De la Paz Reyes vive en Vicente Noble, un poblado rural situado casi 200 kilómetros al suroeste de Santo Domingo, la capital dominicana, y donde desde siempre la población vivió de la siembra de plátanos, tomates y otros cultivos menores. Sin embargo, en la última década su economía pasó a sustentarse principalmente de remesas. Unas 13.000 personas han emigrado desde el poblado a España desde 1990 hasta hoy, siendo mujeres tres de cada cinco de los que emprendieron el viaje, afirma el estudio "Género, remesas y desarrollo: el caso de la migración femenina de Vicente Noble, República Dominicana", dado a conocer el 6 de este mes por el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas Para la Promoción de la Mujer (Instraw), con sede en este país. "El dinero que envían esas mujeres cambió la cara y la actividad comercial de este pueblo", asegura a IPS María Altagracia Suera, promotora de desarrollo social. Mientras el vehículo se desliza por las vías de Vicente Noble, señala las casas de bloques que el dinero de las emigrantes ha levantado a uno y otro lado de la calle. Antes de que se iniciara la transformación del poblado como consecuencia de las remesas, las casas eran en su mayoría techadas con tejamanil y yagua (un tipo de palma) y madera y zinc. "Creo que la mayor cantidad de dinero que llega aquí es de las remesas", observa Suera. En 2005, el país recibió por concepto de remesas cerca de 2.700 millones de dólares, de los cuales 59 por ciento provino de Estados Unidos, 30 por ciento de España y nueve por ciento de Puerto Rico (estado libre asociado del país norteamericano), según el estudio. "Mi vida sería muy dura si mis hijos no me enviaran dinero", señala De la Paz Reyes. Anoris, la mayor de las hijas, fue la primera que partió a España. Luego ayudó a sus dos hermanas y a sus dos hermanos. Ahora viven los cinco en ese país. De la Paz Reyes tuvo que hacerse cargo de seis nietos durantes algunos años, mientras sus vástagos se prepararan en tierras lejanas para recibir a sus hijos e hijas en el proceso de reagrupación familiar. "No podía hacer otra cosa que no fuera ayudar a mis hijos a que progresaran", dice.

El estudio del Instraw establece que el proceso de emigración a España desde aldeas y ciudades del sudoeste de este país tuvo un "carácter distintivo con relación al conjunto de la diáspora dominicana". Estuvo matizada por un alto "grado de feminización" de "origen rural" y de "procedencia regional". Alrededor de 85 por ciento del grupo que viajó a tierras españolas en los primeros años de la década pasada eran mujeres, quienes en alta proporción se dedicaban a trabajar en el servicio doméstico. Hasta 60 por ciento de los emigrantes procedentes de América Latina se emplean en ese rubro, según el "Estado de la Población Mundial 2006", del Fondo de Población de las Naciones Unidas. En el caso específico de España, el estudio asegura que 70 por ciento de las mujeres se dedican a estas labores. Las remesas constituyen cerca de 10 por ciento del producto interno bruto (PIB) de República Dominicana --que fue de 29.300 millones de dólares en 2005-- y equivalen a 47 por ciento del valor de las exportaciones de zonas francas industriales y a 62 por ciento de los ingresos por turismo. Según el último censo nacional de población y vivienda, de 2002, 10,2 por ciento de los hogares dominicanos reciben remesas, mientras otros estudios indican que 38 por ciento de la población es receptora de envíos de dinero desde el exterior. El país tiene 8,5 millones de habitantes, y 1,5 millones residen en el extranjero. Según una encuesta publicada en el periódico dominicano Clave, 87 por ciento de los habitantes encuestados tienen familiares residiendo en otros países. La publicación indica que los adultos mayores (53 por ciento) y los jóvenes (52 por ciento), son los grupos poblacionales que con mayor frecuencia reciben remesas cada mes.
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Estudios de la Asociación Dominicana de Remesadoras de Divisas indican que las remesas provenientes de Europa crecieron de 16 a 29 por ciento en los últimos tres años. Además, la tendencia de la emigración es ahora mayor hacia Europa que a Estados Unidos. "Los aportes en divisas de las remesas han sido un puntal indispensable de la economía dominicana, sobre todo en la última década", establece el estudio del Instraw. El presidente Leonel Fernández considera que la economía nacional colapsaría sin las remesas. "No habría con qué sustituirlas", dijo el mandatario a un grupo de estudiantes en una conferencia en un colegio de Nueva York, donde estudian más de 800 dominicanos. "La inmigración contribuye al desarrollo de nuestro pueblo", sostuvo Fernández, pues genera riquezas tanto para el país de origen como para el de destino.
En los últimos 10 años, los montos de las remesas han mantenido un crecimiento anual promedio de 12 por ciento y casi se cuadruplicaron en dicho período. Para este año, según datos divulgados por el Banco Interamericano de Desarrollo, el aumento repetirá la tendencia por encima del volumen de 2005. Se estima que los latinoamericanos y caribeños enviarían este año, sobre todo desde Estados Unidos y Europa, cerca de 60.000 millones de dólares a sus países de origen.

La mayor cantidad de dominicanos emigrados residen en Estados Unidos, donde viven cerca de un millón. Mientras en España sobrepasan los 57.000. En principio, el flujo a este último país siguió vías legales, pero luego se alteró y muchos han emprendido el viaje de manera clandestina. "Hubo mujeres que se perdieron y nadie supo de ellas jamás", afirma Suera. Para llegar a España, muchas viajaron primero a Portugal o hasta a Argentina, para luego volar a Marruecos y pasar a España. "La cadena migratoria dominicana hacia España fue iniciada por mujeres que migraban autónomamente como proveedoras económicas", dice el estudio del Instraw.
De la Paz Reyes balancea la mecedora a un ritmo suave. Trata de acomodarse en la mañana soleada y la mirada se le pierde. "Solo una madre puede imaginarse la falta que hacen los hijos cuando se van", dice. "Pero aquí no tenían nada qué hacer, tenían que irse". Ahora están entre los más de 1,5 millones de dominicanos que residen fuera del país y le devuelven en dinero la añoranza.

@artículo escrito por Diógenes Pina

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