carnavales,... "otro universo"

De acuerdo con la documentación existente, antes de 1520 ya había carnaval en la ciudad de Santo Domingo aunque para algunos investigadores, las primeras manifestaciones de carnaval de la isla, y de América, se realizaron en lo que es hoy las Ruinas de la Vega Vieja, en febrero de 1520, en ocasión de una visita de Don Fray Bartolomé de las Casas. Los habitantes de la Vega Vieja se disfrazaban de moros y cristianos.
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Lo más probable es que esas manifestaciones iniciales estuvieran asociadas con algunas celebraciones religiosas y que verdaderamente no fueran celebraciones carnavalescas, aunque luego pasaran a formar parte del Carnaval, como en todas partes. Y no solamente para Corpus Christi sino también para el día de Santo Tomás; y es en la Universidad donde los estudiantes harán las celebraciones más notables, siendo famosa la fiesta de Santo Tomás en 1780 cuando los estudiantes hicieron mofa de todo el mundo vestidos con máscaras.
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En 1795 ya había carnavales para las fiestas patronales, en honor a Santiago Apóstol, para Corpus Christi y para carnestolendas, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuyas manifestaciones provenían desde los días de la colonia española.
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Durante toda la ocupación haitiana (1822-1847), llega a casi desaparecer la costumbre de disfrazarse y de festejar durante las festividades religiosas.
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Con la independencia nacional, se reanudan estas celebraciones pero dejan de asociarse a las festividades religiosas y se convierten en verdaderos carnavales celebrados en las carnestolendas, es decir, durante los tres días previos al Miércoles de Ceniza.
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Pero la proximidad del día de la Independencia (27 de febrero) con las carnestolendas hizo que el carnaval se fuera identificando más con la fecha patria que con las carnestolendas y, a veces, se celebra incluso en Cuaresma. Esto también hizo que se originaran otros carnavales más pequeños en otras fechas, como el día de la Restauración (16 de agosto). En Azua, el carnaval más importante se celebra para el 19 de marzo, aniversario de la primera gran batalla independentista.
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Además de esos carnavales "de carnestolendas", existen otros carnavales con mayor influencia africana y cuyas celebraciones generalmente no están relacionados ni con las carnestolendas ni con las fechas patrióticas (aunque en los últimos tiempos están siendo influenciados por los de carnestolendas, en cuanto a la fecha). Estos carnavales son conocidos como "carnavales cimarrones" y el más conocido de ellos es el de Cabral, que se celebra en Semana Santa.
Aunque los elementos más significativos de los carnavales dominicanos, especialmente de los "de carnestolendas" tienen un origen claramente español, hay importantes contribuciones africanas y de otros países.
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En los últimos años, está ocurriendo una fuerte influencia del Carnaval de Venecia, no directamente, sino indirectamente a través de los carnavales de Río de Janeiro y Trinidad y Tobago. Esto se manifiesta en la pomposidad de los disfraces y máscaras, que llegan a tener precios tan exorbitantes que solamente pueden ser costeados por las clases pudientes y/o con patrocinio comercial.
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Siguiendo la tradición de otros países americanos, el carnaval se celebraba en dos niveles: el de la "clase alta": plantadores, funcionarios, militares, y que se celebraban en clubes exclusivos; y el de la "clase baja": esclavos y personas libres de bajos ingresos. En años recientes, los carnavales de la "clase alta" han abandonado los centros exclusivos y se celebran en las calles, arrinconando (y hasta eliminando) los carnavales de la "clase baja", más populares.
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Azua
El Carnaval de la ciudad de Azua de Compostela es uno de los más antiguos del país; se celebra, además del período de carnestolendas, para sus fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de los Remedios (8 de septiembre).
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Igualmente se celebra para el 19 de marzo, en conmemoración de la Batalla del 19 de Marzo de 1844, mezclando así lo festivo con lo patriótico, común en el país.
Además de los "Diablos Cojuelos" y otros personajes propios del Carnaval, se acostumbra realizar el Baile de los Enmascarados, conocido en otras partes como "Baile de las cintas". Otra característica del carnaval azuano es la representación teatralizada de temas indígenas. El Baile de las Cintas consiste en trenzar cintas alrededor de un mástil. El trenzado (y destrenzado) es realizado por un grupo (12-14) de personas mientras danzan alrededor del mástil. Aunque en algunos casos, hombres y mujeres componen el grupo, es frecuente que solamente sean hombres, la mitad de los cuales se disfrazan de mujeres (razón por la que en Azua se llama Baile de los Enmascarados). En Jimaní, este baile se realiza para el Día de la Madre y solamente intervienen mujeres.
Es un baile típicamente europeo, aunque en Europa es una danza de fertilidad que se baila en ambientes rurales en tiempos asociados con el inicio de la primavera o con la cosecha. En la República Dominicana se ha perdido toda asociación con la fertilidad y se ha convertido en una baile urbano que se ejecuta durante el Carnaval y fiestas patrias y patronales.
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Cabral
Los Cachúas, llamados así por tener "cachos" (cuernos) en la careta, son unos Diablos Cojuelos que se representan en el Suroeste, incluyendo Barahona, Duvergé, Neiba y hasta en Pedernales.
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Pero donde tienen más importancia y presentan una mayor elaboración es en Cabral.
Aunque pueden haber durante las fiestas patrias, los Cachúas salen durante la Semana Santa, especialmente alrededor del Domingo de Resurrección. En Neiba acostumbraban salir el día de San Bartolomé (24 de agosto).
Las Cachúas, con un mameluco coloreado y alas de murciélago, tienen una de las máscaras más hermosas del país sin pintura, en base a papel multicolor de vejiga y crepé, donde sobresale una enorme cabellera hecha de papel crepé de diversos colores. Usan espejitos en las capas y algunos llevan campanas en las cinturas y otros en las manos. Llevan un "fuete" (foete) en la mano. Algunos usan una máscara simple de tela.
Aquellos que no se disfrazan, pero que sí participan en el Carnaval, se les llama civiles y se enfrentan con los cachúas con sus fuetes.
En Cabral, los "Cachúas" salen el Sábado Santo (Sábado de Gloria) y se van a los campos en la mañana y regresan el mismo día en la tarde; repiten lo mismo el Domingo (Domingo de Resurrección). El lunes siguiente hacen lo mismo pero pidiendo, de casa en casa, dinero, plátanos, víveres o lo que tengan; regresan al pueblo y entonces se reunen todos los Diablos en el pueblo abajo (a veces más de 500) y comienza la ceremonia.
Hacen un gran círculo y el jefe de ellos les ordena repicar ("puntiar") los fuetes y pasan un tiempo "puntiando". Entoces van a pasear por el pueblo con un conjunto de acordeón, balsié, güiro y pandero y bailan por las calles. Cuando consideran que han bailado suficiente, hacen un Judas (Júa) de hojas de plátano, lo montan en un burro y con los fuetes lo guían por todo el pueblo mientras continúan bailando. Luego queman el Judas.

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Finalmente todos los Diablos se dirigen al cementerio a rendirle tributo a los compañeros muertos, al tiempo que repican los fuetes e improvisan poesías. Entonces se dispersan, hasta el año próximo.


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Cotuí
Aunque algunos de los personajes carnavalescos son comunes a otras partes del país, en Cotuí se desarrollan algunos tipos exclusivos, siendo los más impactantes y hermosos Los Platanuses (con sus derivados Los Papeluses). Con sus trajes de tiras hojas secas de plátanos (Musa paradisiaca) y sus máscaras vegetales de higüeros (Crescentia cujete), adornados indiscriminadamente de comején (termites) y panales de avispas, el carnaval de Cotuí logra una hermosa dimensión artística, cultural y antropológica, única en el país.
Los Papeluses son similares a los Platanuses pero usan tiras de papel y bolsitas plásticas en lugar de hojas de plátano.
Ese disfraz hecho con hojas de plátanos derivan, casi sin modificaciones, de trajes usados en festividades tribales en África occidental. Es posible encontrarlos en otros países; en Dominica, son llamados "sensay".
Estos tipos también se encuentran en otras localidades próximas a Cotuí, y hasta en Villa Altagracia.

La Vega
Durante años el carnaval vegano mantuvo una expresión predominantemente españolizada, simbolizada en una expresiva teatralización, el baile de las cintas y sus Diablos Cojuelos, con trajes simples de color rojo, amarillo, verde y con sus máscaras representativas del diablo medieval, andromorfo, mefistofélico, con sus dos cachitos frontales clásicos, orejas grandes, boca abierta y dientes al aire, la cual fue posteriormente criollizada con barbas de cuero de chivo.
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Cada domingo del mes de febrero en horas de la tarde, los Diablos Cojuelos salen a la calle armados de sus vejigas de toro (aunque ahora se usan plásticas), golpeando a todo el que ose bajar a la calle, pero respetando a los que se mantienen en la acera o calzada. El centro de la actividad es la calle Padre Adolfo, pasando por el Parque de las Flores, donde los diablos azotan a los transeúntes que los provocan o abandonan la calzada y donde se culmina con un desfile de más de 80 grupos de comparsas.
Esta dimensión pintoresca, herencia colonial, se transformó con la presencia afro, donde jugaron importante papel las migraciones cubanas y los pobladores de los barrios populares de la Vega. Una característica actual del Carnaval vegano es la presencia dominante de los grupos de carnaval (comparsas) con vistosos disfraces. La máscara se ha ido transformando en enormes monstruos de inspiración oriental y en extraordinarias expresiones artísticas antropomorfas. Es el carnaval más promocionado y al que asiste mayor cantidad de personas del país, celebrándose los domingos de febrero, aún luego del Miércoles de Ceniza.
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Por su éxito, el Carnaval vegano ha influido en otras poblaciones del Cibao, tanto en su promoción como en la manifestación. Algunos de esos carnavales son:

Bonao
El carnaval de Bonao es rico, de impresionante colorido, lleno de creatividad. Su personaje central es el Macarao, lleno de colores, espejos, cascabeles, música, vida y personalidad.

Constanza
Es un carnaval joven, que rápidamente busca su identidad, lleno de colorido y originalidad.

Mao
Es un carnaval en crecimiento. Como diablo cojuelo tienen a Las Avechisas.

Moca
Los diablos cojuelos se identifican como Los Papujitos (o Jinchaítos) de Moca. Es un carnaval joven.

Navarrete
Aquí los diablos cojuelos se llaman Judas.

Puerto Plata
Aunque es uno de los carnavales más antiguos y más tradicción del país, ahora es que está tomando impulso nuevamente. Su versión particular del diablo cojuelo es el Taimácaro, cuya máscara es una representación de dioses taínos.

Río San Juan
Uno de los carnavales más jóvenes del país, lleno de contenido y símbolos marinos.

Salcedo
Cuyo diablo cojuelo es llamado Macarao; su traje es el de mayor colorido del país, confeccinado con papel crepé. Sus máscaras tienen una rica diversidad de símbolos animales. El último día, cuando se anuncia que terminó el carnaval, el pueblo arranca el papel crepé de los trajes a los macaraos.

San Francisco de Macorís
En esta ciudad comienza a esbozarse el carnaval callejero, sobresaliendo los Catarrones, comparsa de diablos cojuelos con máscaras sonrientes (las únicas del país).

Montecristi
Montecristi tiene una hermosa tradición de carnaval popular, muy singular y extraordinariamente simbólico, expresado privilegiadamente en Los Toros como personaje central, que se dramatiza con sus enfrentamientos con Los Civiles. Estos consisten en un verdadero duelo con fuetes (látigos), con los que se procura derribar al oponente o atemorizarlo.
Cuando los "Toros" se encuentran con los "Civiles", se entabla una lucha de latigazos a ver cuál de los bandos sale vencerdor. En la actualidad, estos duelos se celebran los domingos de febrero, aunque anteriormente era más típico de la Semana Santa, de manera similar a los "Cachúas" de Cabral.
Los Toros tienen el rostro cubierto con una máscara. La careta más usada es la cara de vaca aunque no es raro encontrar otras formas. Los cuernos son sencillos aunque cada vez es más frecuente la presencia de orejas flexibles en lugar de cuernos. Originalmente, usaban un mameluco azul, amarillo y negro, con un rabo. Luego desapareció el rabo y el traje de colores se cambió por estampados.
Los Civiles no se disfrazan.

San Pedro de Macorís
El rasgo más característico del carnaval macorisano es la presencia de los Guloyas (o Buloyas, Buloyer), aporte cocolo. Con este nombre se denominan varios grupos que practican diversos bailes: algunos tejen cintas, otros grupos bailan en zancos y otros hacen representaciones de indios (Wild Indians).
Estos personajes usan un llamativo traje, de impactantes colores, adornados con espejitos, cintas y piedras de colores. Llevan capas de colores amarillo y rojo. Algunos llevan arcos, flechas y/o hachas.
En la cabeza, se colocan un impresionante penacho, adornado con piedras coloreadas, que terminas en plumas multicolores de pavos reales ("pajuiles").
Sus presentaciones van acompañadas de música, con ritmos e instrumentos propios como redoblantes, tambor ("drum"), flauta y triángulo.
La mayoría de estas representaciones se realizaban para la época navideña pero, con el tiempo, se han trasladado para las celebraciones carnavalescas, por su colorido.

Santiago de los Caballeros
En los inicios, el carnaval se dividía en función de la estratificación social de las clases sociales existentes en Santiago, con manifestaciones en clubes privados por parte de los sectores pudientes y en las calles de los barrios populares, particularmente en La Joya, Los Pepines y, posteriormente, Pueblo Nuevo.
Los Diablos Cojuelos son llamados, en Santiago, Lechones debido a que las caretas semejan a un cerdo, con un hocico estilizado que más bien semeja un pico de pato.
También se les llama Macarao (como en Salcedo y Bonao) aunque éste es un término más genérico para referirse a ellos; es la pronunciación vulgar de Enmascarado.
El traje de los "Lechones" es el típico de los Diablos Cojuelos: un mameluco de colores vivos, a veces entero, a veces de dos, tres y hasta cuatro colores, adornado con cascabeles, cintas, gallardetes y espejitos circulares. Pegado al traje va un capuchón que cubre la parte posterior de la cabeza. Algunos llevan rabo que puede colgar libremente por detrás o puede enrollarse en el cuerpo. Estos rabos, generalmente de color entero, contrastan con el resto del traje. Igualmente puede llevar una capa que cuelga por la espalda hasta la mitad de la pantorrilla.

Lechón de La Joya (Santiago)
Anteriormente, el carnaval de Santiago se celebraba antes del Miércoles de Ceniza pero en la actualidad ya se celebra los domingos de febrero, independientemente de la Cuaresma.
Para el Carnaval, la ciudad observa una división en dos mitadas: La Joya, un barrio en la parte baja de la ciudad, más cercano al río; y Los Pepines, un barrio en la parte alta. Los trajes que llevan los miembros de estos dos sectores son idénticos excepto las caretas. Los de Los Pepines le dejaron dos cachos (cuernos) lisos y los de La Joya los llenaron de pequeños cachitos.
En años anteriores se escenificaba una batalla simulada con fuetes entre las dos facciones opuestas, el martes previo al Miércoles de Ceniza. Esta batalla se hacía siempre frente a la puerta del cementerio, y participaban miembros de los dos grupos de lechones.
Mientras recorrían la ciudad, algunos lechones llevaban fuetes con los que amenazaban a los transeuntes y a otros lechones. Lo más común, sin embargo, es que lleven vejigas de vaca infladas con los que se golpean unos a otros y a curiosos. A los niños les encanta este aspecto del ritual y siguen a los lechones a una distancia conveniente, "insultándolos" con unas rimas tradicionales.

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