Arturo Pellerano Castro



Arturo Pellerano Castro nació en Curazao el 13 de marzo de 1853 y falleció en Santo Domingo el 5 de mayo de 1916.
Arturo Pellerano, mejor conocido con el sobrenombre de Byron, gozó de muchísima popularidad; sus Criollas tienen el don de ser captadas fácilmente. Pero esta misma facilidad le impide lograr poemas de altura, y queda en los devaneos románticos de salón. Defendió siempre la expresión fácil, la claridad, el estilo sencillo y popular y no dudó en fustigar a los hermanos Deligne por lo que consideraba un secuestro oscurantista del hermoso y bello ejercicio de construir poesías.
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Con su arte, su oficio y su técnica hubiera podido aspirar a empresas mayores. Pero Arturo Pellerano prefirió en su vida y en su obra vivir a su manera y a su modo el espíritu antillano que el sentía profundamente. Pese a esa cierta bohemia, vivió el momento político de su tiempo y admiró sobre todo la personalidad de José Martí. La naturaleza fresca, los ambientes populares y la vida en el campo son el escenario que una y otra vez le atrae para sus rimas en las que todo es sencillo y natural sin querer buscar dramatismos o sufrimientos.




Criolla

Si te importa saber mis quebrantos,
y te duelen, quizá, mis angustias,
a esos pardos cocuyos que crías
con rajitas de caña de azúcar,
y que a veces, mi bien, en la noche,
como estrellas azules alumbran
en la blanda prisión de tu seno,
mis cuitas pregunta...

En la margen frondosa del río,
en las noches tranquilas y oscuras,
los cacé, para tí, con un hacho
del pinar oloroso que encumbra
por la cuesta empinada del monte
sus ramas agudas.

Como van hacia tí mis miradas
y mi amante querella y mi súplica,
a la lumbre del hacho vinieron
en alegre comparsa nocturna,
con sus alas color de murciélago,
y su vientre, encendido, de luna.

Una vieja mendiga a quien llaman,
por lo bajo, en el pueblo, La Bruja,
y que cuenta unos cuentos muy lindos,
y que todo lo sana y lo cura,
a la gente del barrio le ha dicho
que esos pájaros negros que alumbran,
son las almas en pena de monjas
que el amor arrastrara a la tumba,
y que salen, en ronda, de noche,
a decirnos la buenaventura.

Si es verdad lo que dice esa vieja
-que vive en la altura-
a esos pardos cocuyos que crías
con rajitas de caña de azúcar,
a esas almas que penan de amores,
cuando den sus reflejos de luna
sobre el negro cendal de tu pelo,
que los duendes del campo perfuman
con aceite de flor de romero
y vinagre de frutas maduras,
al decirle mi amor y tu enojo,
mi suerte pregunta.
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@Arturo Perellano Castro
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A tí...(Criolla)

Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga,
y llevarte, en mi lomo, a la fuente,
en busca del agua,
con que riega tu madre el conuco,
con que tú, mi trigueña, te bañas.

Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga,
y llevar al mercado tus frutos,
y traer, para tí, dentro del árgana,
el vestido que ciña tu cuerpo,
el pañuelo que cubra tu espalda,
el rosario de cuentas de vidrio
con Cristo de plata,
que cual rojo collar de cerezas
rodee tu garganta...
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga...

Desde el día que en el cierro del monte,
cogida la falda
el arroyo al cruzar, me dijiste
sonriendo: ¿me pasas?...
y tus brazos ciñeron mi cuello,
y al pasarte sentí muchas ganas,
de que fuera muy ancho el arroyo,
de que fueran muy hondas sus aguas...
desde el día que te cuento, trigueña,
¡yo quisiera ser burro de carga!...

Y llevarte en mi lomo a la fuente,
y contigo cruzar la cañada,
y sentirme arrear por ti misma,
cuando, a vuelta del pueblo, te traiga,
el vestido que ciña tu cuerpo,
el pañuelo que cubra tu espalda,
el rosario de cuentas de vidrio
con Cristo de plata,
que cual rojo collar de cerezas
rodee tu garganta...

¡Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga!
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@Arturo Perellano Castro



Americana
Homenaje a Cuba y a Martí
A Fed. Henríquez y Carvajal



Cántame el viejo canto, el viejo canto,
el de las notas bravas,
el del aliento del pulmón de Hércules,
el del empuje de crecidas aguas.


Cántame el viejo verso, el verso heroico,
el de la musa trágica,
el del canto insurrecto en la manigua,
el verso del clarín y de la diana.


¿No ves teñirse en púrpura los cielos?
No ves la vieja guardia,
de pié, como un titán, en la trinchera,
desceñida del cinto el arma blanca...?


¿No escuchas en el seno de la sombra
la vibración de un harpa;
una voz que departe en las alturas
con el viejo coloso de la fábula...?


¿No ves en el levante un punto de oro,
una chispa que irradia,
una visión de luz adolescente
como la virgen proyección de un alma...?


Esa púrpura roja es el incendio!
la aurora de otra patria!
Esa legión que ciñe la trinchera
es la legión titánica,
la misma de Pichincha y Ayacucho,
la misma del Naranjo y de las Guásimas!


Ese canto en la sombra es la epopeya!
Es Homero que pasa!
La musa de Junín que se despierta
con su perfil de india americana!...


Cántame el viejo canto, el viejo canto,
el de las iras santas...
Esa voz de la altura, es la del genio!
Bolívar que delira en la montaña!


Cántame el viejo verso, el verso heroico,
el himno de la patria,
el del canto insurrecto en la manigua,
el verso del clarín y de la diana!
El punto de oro que en la sombra crece
es el ojo del águila,
la pupila del sol de las Américas:
La Estrella Solitaria!
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@Arturo Pellerano Castro
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